Imatge: PACMA
El pasado mes de febrero, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) aplicó la suspensión cautelar del decreto que regula la caza en Castilla y León, fruto de las demandas que PACMA expuso. En ellas se criticaba la falta de estudios científicos que avalaran las medidas incluidas en el decreto y se priorizaba la conservación de la fauna silvestre a la actividad cinegética. Ante esta suspensión de carácter cautelar y provisional, el grupo parlamentario popular presentó una proposición de ley al parlamento autonómico destinada a blindar la caza en este territorio. Tristemente, la proposición fue aprobada gracias a los votos de PP, PSOE, Ciudadanos y UPL, ante la abstención de Podemos y el único voto en contra de Izquierda Unida-Equo.
La proposición de ley se articuló apelando a la importancia cultural e identitaria de la caza para la región de Castilla y León, así como a los beneficios medioambientales que esta reporta al contribuir al control de las poblaciones de fauna salvaje y también beneficios económicos al revalorizar áreas rurales. Podemos fácilmente cuestionar el aspecto medioambiental ya que la caza deja tras de sí 6.000 toneladas de plomo al año, un material que, según la Agencia Europea de Productos Químicos, tiene un elevado riesgo tóxico. Respecto al beneficio económico, no podemos dejar escapar que la caza no es más que otra expresión de la explotación del campo y sus recursos naturales para servir a los intereses de la ciudad. Sin embargo, lo que resulta verdaderamente preocupante en este debate es la cuestión simbólica e identitaria.
La caza no refleja las distintas realidades culturales que conviven en la región. De hecho, Castilla y León tiene 2,5 millones de habitantes y, sin embargo, sólo dispone de 100.000 licencias de caza, lo que indica que la identidad de cazador no representa a más del 4% de la población. Contradictoriamente, el 90% del territorio es considerado cinegético, lo que se traduce en que el 90% de la región se destina a una actividad que no practican más que el 4% de sus habitantes. ¿Cómo puede ser? La respuesta recae en quienes conforman este 4%. El perfil medio del cazador español responde al de un hombre de más de 46 años, con estudios universitarios y que realiza un gasto anual de unos 9.684 euros relacionado con la caza. Por consiguiente, la caza es una actividad elitista, clasista y excluyente ya que, por cuestiones de seguridad obvias, impide el uso del espacio para desempeñar otro tipo de actividades lúdicas.
La inminente campaña electoral y la probable irrupción de Vox en el parlamento han hecho que, lejos de criticar esta injusticia, diversos partidos políticos expresen abiertamente su apoyo a las prácticas cinegéticas en un intento de acaparar el voto cazador. En su discurso, describen la caza como una actividad necesaria que fomenta y transmite las costumbres y valores del pueblo español. Valores como la hombría, el esfuerzo, la camaradería, el respeto o el mantenimiento del vínculo con la naturaleza. Y es en este punto en el que quienes defendemos los derechos de los animales debemos responder. En el contexto occidental actual la caza no es necesaria para la supervivencia sino que es una actividad de ocio en la que se perpetúa y enaltece la violencia y la dominación del ser humano sobre el resto de animales no humanos. De modo menos evidente, la caza también valida otras formas de discriminación como el sexismo y el clasismo. Por todo ello, es necesario que los antiespecistas aprovechemos la politización del debate de la caza para ocupar nuestro espacio y reclamar los derechos de las auténticas víctimas: los otros animales. Hablar de especies cinegéticas es una frivolidad y una abstracción que despoja a individuos sintientes de toda consideración moral. Debemos empoderarnos y visibilizar la identidad antiespecista. Basta con acercarnos a los otros animales de forma individual, con curiosidad y atención para darnos cuenta de que tienen experiencias subjetivas, intereses y deseos personales que escapan a la rigidez de las clasificaciones taxonómicas. Por ello es necesario señalar las atrocidades de la caza y educar en principios igualitarios para lograr que se valore y proteja la vida de cada ser sintiente como única e irrepetible.
Referencias:
https://www.eldiario.es/…/Reclamamos-realidad-imaginamos-pr…
https://www.eldiario.es/…/Cortes-PL-PP-PSOE-UPL_0_872463886…
http://www.expansion.com/…/04/20/5ad910d746163f65248b4571.h…
https://www.publico.es/…/caza-pugna-derecha-hacerse-voto-ca…
https://vientosur.info/spip.php?article12638