30 de abril en la librería La Vorágine (Santander) y en su youtube. Conferencia realizada por Sergio Martínez, miembra de nuestro grupo.
El sujeto de la ciencia ha abandonado el saber por la verdad. La certeza del sujeto de la ciencia pasa por abandonar su animalidad corporal (su corporeidad). Este anhelo supone, vencer al dolor, vencer al envejecimiento y vencer a la muerte. El humano, desde siempre, ha odiado la vulnerabilidad que representaba su encarnación mortal. El proyecto transhumanista promete para unos pocos humanos abandonar la especie y convertirse en un homo deus. Se abren incertidumbres al respecto. ¿Cómo se está construyendo el mito del homo deus? ¿Qué supone para los individuos de las demás especies con las que convivimos? ¿Qué papel ha jugado la industria audiovisual en forjar deseos transhumanistas? Y sobre todo, ¿Qué desea un ser que no necesita nada?
El sujeto de la ciencia ostenta grandes poderes sin ninguna responsabilidad. La ciencia nos puede decir que la mayoría de las criaturas de este mundo necesitan el oxígeno para vivir, pero su vez, la ciencia nada nos puede decir de si está bien o está mal que un policía asesine a una persona afrodescendiente dejándola sin aire, al apoyar su pierna sobre cuello de aquella. Discernir este acto es materia de disciplinas como la ética o la moral. Por lo tanto, la ciencia no nos puede aconsejar sobre cómo vivir.
El proyecto transhumanista se sostiene sobre la promesa de acabar con los miedos ancestrales de cualquier forma de vida mortal y vulnerable. Pretende, mediante la tecnología, acabar con el dolor, la vejez y la muerte. O lo que es lo mismo, acabar con el temblor a la soledad y con el terror a un cuerpo incapacitado o ausente de autonomía. Desde antaño, el humanimal ha deseado transcender su animalidad constitutiva y eso siempre ha implicado desprenderse de su cuerpo mortal, que envejece, que enferma. Un cuerpo corruptible con el paso del tiempo. El jesuita y filósofo Baltasar Gracián lo expresa de esta manera en el siglo XVII:
«El sabio debe de ser autosuficiente: Aquel que lo es todo para él mismo lleva todo lo que necesita dentro de sí. Si tú eres tu propio amigo estás en la posición de vivir solo. ¿A quién más podría un hombre así querer si no hay un intelecto más claro ni un gusto más refinado que el suyo? De esta manera dependerías únicamente de ti mismo, lo cual es una de las felicidades más sublimes. Aquel que puede vivir solo no se parece en nada a la bestia bruta, se parece mucho al sabio y se parece en todo a un dios.«
Con el objetivo de que el humano desee convertirse en devenir humano-máquina se ha instrumentalizado toda la industria audiovisual del entrenamiento occidental. A través de productos de ciencia ficción se ha educado a varias generaciones a soñar con plena “libertad”, entre una gama de avatares que transciende lo humano en cuanto a animal. Detrás del dedo de ET señalando la luna, existen millones de experimentos sufragados con la colaboración público-privada de individuos de otras especies que son capturados, criados, torturados, heridos, mutilados, explotados, rentabilizados, desechados y, finalmente, asesinados para sostener un deseo basado en el supremacismo de especie necropolítico que decide qué cuerpos son válidos y qué cuerpos son ADN basura.
Si el proyecto transhumanista lograra sus objetivos escatológicos completando su misión, surgiría una nueva especie ausente de necesidades, y por lo tanto, ausente de deseos. De nuevo, Gracián nos alerta de que ante la falta de deseos sólo se encuentra el terror:
«No poseas todo, no te satisfagas completamente: Para que no seas miserable por demasiada felicidad. El cuerpo debe respirar y el alma aspirar. Si poseyeras todo, todo se volvería desilusión y descontento. Hasta en la sabiduría debe siempre de haber algo que saber para estimular la curiosidad y animar a la esperanza. Los excesos de felicidad son fatales, no la satisfagas completamente. Si no hay nada más que desear, lo hay todo por temer-un infeliz estado de felicidad-. Cuando muere el deseo nace el temor.«
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