ÑACA ÑACA O PíO PíO: LA INEFABLE ELECCIÓN DEL SER

En la teología política óntica y ontológica de la modernidad, la animal es un constructo que representa un exterior constitutivo de la sujeta moderna cogito sum. El discurso analítico no es ajeno a dicha construcción de la ser humana frente a la pura existencia de la animal. La humana, debe de elegir –el psicoanálisis asume que una elección inconsciente es una elección también-. Y dicha elección, subsume una responsabilidad por parte de la sujeta, entre ser pura relación sexual o perder un trozo de goce a través de la capacidad de hablar, tras su inmersión en el baño de lenguaje que supone la cultura especista humana.

El discurso analítico sustenta la diferencia entre la especie humana y el resto de las especies en dos cuestiones: Por un lado, en que en la especie humana no hay relación sexual. Sin entrar en detalles o matices; este aforismo significa que la ser humana no sabe qué hacer con el cuerpo del otro sexo a diferencia de la animal que instintivamente sabe qué se tiene que hacer con ella. Jaques Allan Miller lo expone de esta manera en sus conferencias impartidas en Bogotá y Caracas:

¿Qué indica Lacan con no hay relación sexual? No dice que no hay relación sexual en el nivel biológico fundamental entre lo femenino y lo masculino. Para obtener la reproducción de un ser viviente animal, cuya reproducción es sexual, es necesaria la unión de dos partes que responden al algoritmo biológico de la sexualidad. En el nivel de lo real, la programación está hecha. Lo que no hay es una verificación en el orden significante: hacer verdadero lo que se produce en el nivel de la pareja. De este modo, se inventan los semblantes del matrimonio para tratar de hacer existir un algoritmo simbólico de la relación sexual, y se sabe bien que son semblantes[1].

De esta manera, se produce una división simbólica de la vivencia de la sexualidad entre las miles de especies no humanas y la sexualidad atravesada por el significante en la sexualidad humana. Esthela Solano, discípula de Lacan, lo expresa de esta manera:

Que la sexualidad en los seres hablantes [no ya más que los humanos, como no hay más seres inteligentes en el universo] es relativa a su agujero. Este agujero es relativo a la falta de un saber instintivo en lo sexual y a lo imposible del goce sexual; un cuerpo no goza de otro cuerpo, dos cuerpos sexuados no funcionan para hacer Uno en el goce, sino por el contrario se goza de una parte recortada, extraída del cuerpo del otro como objeto “plus” de goce. El lenguaje es responsable de la imposibilidad de la relación sexual y, al mismo tiempo, el lenguaje viene a suplir la imposibilidad de saber sobre el sexo a través de las significaciones fantasmáticas[2].

Por lo tanto, las otredades animales, están carentes de lenguaje y de capacidad de salirse de los imperativos instintivos. En primer lugar, diremos que actualmente, el término instinto se encuentra en desuso en la comunidad académica. De hecho, es común utilizar la noción de pulsión en su acepción freudiana (trieb), pero además, es que supone una gran dosis de narcisismo pensar que somos la única especie que dispone de la capacidad de poseer lenguaje estructurado como posteriormente veremos. Para entender esta postura en el discurso analítico, traigo una definición del mismo Lacan sobre la no relación sexual que pone de manifiesto la hipótesis  que se propone en este texto, de que la ontología humana se concibe y se construye como un marco narrativo de lo que supuestamente no es la otredad animal. Esta definición, se encuentra desarrollada en el Seminario 16. De otro a otro:

¿Acaso no sabemos que para abastecer en sus millares de especies las necesidades de la conjunción, la naturaleza no parece necesitar recurrir siempre al goce, ese goce que aquí solo se destaca por la exclusión, en cierto sentido, de algo que representa la naturaleza femenina?[3]

Lacan, afirmará que hay algo en el goce de la posición femenina que escapa al falo, es decir, a la significantización, a la ley y a todo lo decible. Y lo expresará a través de la fórmula topológica del No Todo. Es decir, no todo del goce femenino queda atrapado en  la metáfora paterna, y parece que este monto de goce no reducible a lo simbólico cae del lado del binomio ontológico mujer-naturaleza, o más específicamente; femenino-animal. Y se suma a esta visión ontológica dualista, una versión del mito de Aristófanes desarrollada en el Banquete de Platón[4], donde la unión de los sexos fusionados en el Uno se produce,  en las otredades animales, por una supuesta falta de lenguaje:

Si hubiera un campo concebible donde funciona la unión sexual, donde la cosa pareciera andar, en el animal, solo se trataría del signo. Fais-mois cygne,[5]como decía Leda a uno de ellos. Después, todo anda bien. Cada uno le dio al otro la mitad del postre, son cónyuges, forman Uno. Solo que, si el análisis propone algo, es justamente que este Uno no une, y por eso plantea algo nuevo, a cuya sola luz, por otra parte, pueden cobrar sentido incluso esas proezas del erotismo a las que aludía hace poco[6].


[1] Miller, J, (2015), Seminarios en Caracas y Bogotá, Paidós, Buenos Aires, pág. 479.

[2] Solano, E, (2021), Tres segundos con Lacan, RBA libros y publicaciones S.L.U., Barcelona, pág., 65.

[3] Lacan, L, (2006), Seminario XVI. De otro al otro. Paídos, Buenos Aires, pág. 196.

[4] Platón, (2010), El banquete, Editorial Gredos S.A., España, pág. 693. Lacan, J, (1991), Seminario VIII. La transferencia, Paidós, Buenos Aires.

[5] Fais-mois cygne: literalmente hazme cisne es también, por homofonía, hazme signo, hazme seña.

[6] Lacan, L, (2006), Seminario XVI. De otro al otro. Paídos, Buenos Aires, pág. 197.

La propia Lacan reconoce que la axiomática psicoanalítica tiene su origen en una división ontológica binarista que pretende separar la existencia de la animalidad del discurso del y sobre la ser humana, desarrollado por la modernidad occidental que tiene en Freud, ser el padre del fantasma analítico:

La virtud del nombre del padre, no lo invento, quiero decir que no es de mi cosecha, está escrito en Freud. Él escribe en efecto en alguna parte que ella funda la diferencia entre el campo del hombre y ese –digamos- de la animalidad. Lo mismo sucede sea donde sea, aunque esto sólo se produzca de forma enmascarada, a saber, cuando se dice que hay algunos que no tienen idea del papel del macho en la generación…..La esencia y la función del padre como Nombre, como eje del discurso, se apoyan precisamente en que después de todo nunca se puede saber quién es el padre. Busquen siempre, es una cuestión de fe[1].

De hecho, para Lacan y el discurso analítico, la única función de las demás especies con las que compartimos este planeta es la de reproducirse, es decir, lo que desde el psicoanálisis se entiende por relación sexual:

Tanto un hormiguero como una colmena se centran enteramente en la realización de la relación sexual. Justamente, estas sociedades difieren de las nuestras en la medida en que asumen la forma de una fijeza donde se revela la presencia del significante[2].

Es decir, que la primera diferencia es consecuencia de la segunda. Al no recibir el supuesto baño de lenguaje, las otredades animales se ven incapacitadas para nombrar. Para decirlo todo, si puedes realizar la relación sexual –ñacañaca- no puedes acceder a una esfera simbólica –paradigma del lenguaje estructurado o píopío-. No está marcado su cuerpo por la herida del significante primigenio, por el Uno. Su interioridad se mantiene en el orden ontológico imaginario y lo real no pudiendo acceder al orden de la simbolización:

Un ser vivo animal está dotado de una motricidad supuestamente libre que le permite escapar a los estímulos demasiado intensos, estragantes, capaces de amenazar su integridad. La economía del sistema llamado Ψ  no tiene ciertamente por función la adaptación o la adecuación de esta respuesta motriz, cuya adaptación está. Por otra parte, como saben, lejos de ser siempre suficiente. El aparato que articula Freud se aloja en algunos de los seres vivos, no en cualesquiera, y no basta con decir que está presente en los vertebrados superiores o en los seres provistos de un sistema nervioso. Se trata de lo que ocurre en la economía humana, aunque de vez en cuando Freud se arriesga a interpretar qué pasa entre los seres vecinos. Pero esto solo le sirve de referencia para lo que pasa en el ser humano, al que se define como ser hablante, según todo indica necesariamente en el texto del discurso de Freud.[3]

Como paradigma especista que sostiene una identidad ontológica diferente entre el ser y la existencia, que privilegia a la especie humana, ha funcionado muy bien hasta casi la extinción de las demás especies con las que convivimos. Ahora bien, los estudios de investigación de biólogas, etólogas y zoólogas llevan ya bastante tiempo poniendo en duda esta gran frontera que el discurso analítico utiliza como escabel para sostener el desanudamiento de su sujeta supuesta saber.

Por poner algunos ejemplos: En la película Gunda[4], documental apoyado económicamente por la actriz Joaquín Phoenix, se puede ver cómo una hembra de la especie de las denominas por la especie humana como cerdas, inventa pluriversos de saber hacer con sus bebés de una camada aceptando la contingencia de la misma. Desde ayudar a la más torpe o miedosa a aprender a socializar, a matar a una de ellas sin razón aparente. Existen pruebas muy desgarradoras de una gueparda que mata a una mamá de la especie de las macacas, que llevaba una recién nacida. La mamá gueparda intenta sacar adelante a la bebé, inventando un saber hacer con ésta de otra especie bajo la asunción de lo imposible y del acontecimiento contingente más allá de un supuesto “libro de instrucciones” instintivo. Acto derivado de la culpa, que según el psicoanálisis solamente se adquiere por la entrada de la niña humana en el lenguaje estructurado.

O bien, todas las especies a su manera participan de su lenguaje estructurado, o la ontología analítica es deudora de una opresión fantasmática binarista que legitima un privilegio de necropoder de la especie humana sobre las demás y debemos, en cualquier caso, revisar nuestras premisas puesto que el paradigma especista ya no resulta útil para explicar los efectos de verdad de nuestro discurso. Para acabar con estos ejemplos, indicaré que Susana Monsó, en su obra La zarigüella de Schrödinger[5] presenta a madres chimpancé que se adaptan para llevar a sus hijas discapacitadas alterando la posición “natural” de la bebé al trasladarse por los árboles. Madres, que se comen a sus bebés muertas, o hembras de la misma especie que no pudiendo tener hijas se dedican a cuidar a las bebés de las otras, suponiéndose una madre suplementaria.

Ejemplos de mutualización a través de la comunicación –es decir, lenguaje- hay multitud en la naturaleza. Las orugas provocan una vibración o zumbido sonoro para llamar a las hormigas. Las hormigas recogen unas secreciones azucaradas que generan las orugas. A cambio de esta comida, las hormigas hacen de guardaespaldas de dichas insectos. La ecóloga Stephen Hart afirma: “Las probabilidades de que una oruga sobreviva sin la ayuda de las hormigas es nula. [….] Muchas especies de hormigas utilizan la vibración para comunicarse con las miembras de su colonia y para pedir ayuda cuando lo necesitan”[6]

Siempre habrá analistas, que desde una posición antropocéntrica, alegarán que la comunicación entre hormigas no posee cadenas de significantes. Pues bien, la ecóloga Stephen Hart, citada anteriormente, tira por tierra la singularidad que supone para la especie humana lo que desde el discurso analítico se ha denominado como “baño de lenguaje” y que recibe la niña de la especie humana a través de las cadenas significantes que le dedican sus adultas, incluso antes de nacer.

Pues bien, esta científica demuestra que las pinzonas sufren el mismo baño de lenguaje. Ya siento la herida hecha en el ego narcisista del discurso analista ante el real de la no exclusividad. Agárrense  al diván que vienen curvas:

En unos estudios clásicos, W. H. Thorpe crió pinzones europeos en aislamiento total. Cuando alcanzaron la madurez la primavera siguiente, estas aves cantaron únicamente el esqueleto del canto del pinzón. Por el contrario, un pinzón expuesto a unos machos adultos (tutores), que cantaban durante sus primeras semanas de vida fue capaz de cantar sustanciosas variaciones del patrón básico de canto.[7]

Si este real no les ha traumatizado su ego de especie de forma definitiva, pueden repetir conmigo que el baño de lenguaje no es exclusivo de la especie humana. Estarán en el camino de aceptación de la imposibilidad de la relación sexual en todas las especies. Repítanlo –analistas- las veces que necesiten. Mientras, les aportaré otro ejemplo con las pinzonas para ayudar a tragar el jarabe de la animalidad humana.

Pero criar polluelas en completo aislamiento puede producir aves inadaptadas –autistas podríamos decir-, según afirman Meredith J West de la Universidad de Carolinay Andrew P. King, de la Duke University. Con el fin de evitar este problema, ambas criaron machos de Moltbrus de Carolina del Norte recién salidas del huevo con hembras adultas procedentes de Texas. Para su sorpresa los machos crecieron cantando con el distintivo acento de Texas. [8]

La asunción del acento tejano por parte de las pollitas pinzonas de Carolina del Norte no es exclusivo de esta especie. Hace tiempo, le pasó lo mismo a una polluela española que se hallaba en un rancho de Texas, propiedad de la presidenta George W. Bush pactando la invasión no autorizada por la ONU de Irak. Al dar una rueda de prensa sólo sabía repetir en dialecto tejano “estamos trabajando en ello”.[9]

Pero las semejanzas entre las bebés humanas y sus mamás y la relación entre las crías pinzonas y sus adultas no acaba ahí:

Cuando la hembra oye alguna [canción] que le guste, anuncia su aprobación estirando un ala hacia arriba y hacia afuera, como si agitara sus pestañas postizas. La conducta representa un extraño ejemplo de aprobación entre los no primates. [….] Los investigadores encuentras ciertos paralelismos con los seres humanos. Las bebés, por ejemplo, muestran su aprobación a las vocalizaciones de los adultos con sonrisas y miradas atentas.[10]

Parece que la cría de pinzona, al igual que la humana, encaja la demanda de deseo más allá de la necesidad mediante el placer pulsional que le produce la atención del baño de lenguaje de sus adultas. De hecho, las pinzonas y otras aves, también tienen su momento edípico. Según J. Thorpe, las pinzonas deben de aprender su canto antes de la madurez sexual y por su parte, las trichia leucpbrys del oeste de América aprenden cantos durante su primer verano. Después, ya no aprenderán nuevos cantos que agregar a su ecología de saberes comunicativos. Stephen Hart y otras científicas ven cierta analogía en la capacidad de aprendizaje de la bebé humana:

Los humanos también aprenden mejor el lenguaje a una edad temprana, Después de la adolescencia, pocos son los que aprenden a hablar una lengua extranjera sin un acento distintivo[11]

Salvo en el caso de la expresidenta Aznar, que adquirió la peculiaridad, ya no de aprender otro idioma con acento español, sino de resignificar su propio idioma con acento extranjero estando unos días de viaje en Texas, no se conoce un caso de asimilación colonial a la metrópoli tan breve y eficaz en toda la historia de la colonialidad.


[1] Ibídem, pág. 140-1.

[2] Ibídem, pág. 198.

[3] Lacan, L, (2006), Seminario XVI. De otro al otro. Paídos, Buenos Aires, pág. 178.

[4] Kpsakovski, V, (2020), Gunda, Noruega, Louverture films y Sant and Usant.

[5] Monsó, S, (2021), La zarigüella de Schrödinger, como viven y entiende la muerte los animales, Madrid, Plaza y Valdés Ediciones.

[6] Hart, S, (2012), El lenguaje de los animales, Alianza editorial, Madrid, pág. 51.

[7] Ibídem, pág. 81.

[8] Ibídem.

[9] Se puede ver este experimento con el presidente español José María Aznar en https://www.google.com/search?q=estamos+trabajando+en+ello+aznar+gif&rlz=1C1UEAD_esES1037ES1037&oq=estamos+trabajando+en+ello+aznar&aqs=chrome.0.0i512j69i57j0i22i30.1508852061j0j15&sourceid=chrome&ie=UTF-8#fpstate=ive&vld=cid:6ccb5774,vid:FSJFTa2jvhk

[10] Hart, S, (2012), El lenguaje de los animales, Alianza editorial, Madrid, pág. 80.

[11] Ibídem, pág. 83.

¡Atención analistas!, toca de nuevo agarrarse al diván. Ante la incursión de lo real, de lo inefable, la analizante debe de realizar su relato cronológico para poder saber hacer algo con el síntoma. Una marca que deja el goce a través del lenguaje en el cuerpo. Cuando la paciente genera a través de dichas sesiones su propio relato, asumimos que no existe una forclusión[1] psicótica en la analizante y que se debe aplicar la práctica analítica basada en la neurosis para que descubra su goce y un saber qué hacer con él. Un síntoma menos idiota por así decirlo. Pues ¡oh sorpresa!, las gallinas también tienen sus métodos para comunicar un real a las demás gallinas. No usan un diván, ni la práctica entre dos, pero sienten la misma necesidad que la especie humana de compartir un real inefable al que no pueden dar sentido alguno; el peligro:

Ante una situación de peligro, las animales no responden siempre de la misma manera. Incluso la humilde gallina de Bantam posee un pequeño vocabulario de señales de peligro. Como respuesta al descubrimiento de una comadreja dentro del corral, la gallinita emite un agudo “Kuk, Kuk, Kuk”. Pero si descubre a un halcón volando en círculos por encima de su cabeza chillará una única llamada larga. Para que una conducta se considere una comunicación deliberada, las investigadoras buscan alguna indicación de que el emisor tenga intención de comunicarse. También buscan una respuesta por parte del receptor. En sus llamadas de alarma, las gallinas de Bantam satisfacen ambos criterios.[2]

Según Stephen Hart, las gallinas son conscientes de que la llamada puede realizar algún bien a las demás, ya que si fuera una señal puramente emocional cacarearían de esta manera ante cualquier circunstancia. Su reacción es diferente ante la distinta llamada de alarma; en el caso de la comadreja se juntarán en el centro del gallinero y así pueden descubrir escópicamente a la comadreja. Y, en el caso del avistamiento de un halcón, correrán a ponerse a cubierto.

De hecho, las gallinas de Bantam y las gallinas macho rojas, tienen otra cadena de significantes de cloqueo para anunciar la satisfacción de encontrar comida a través de la pulsión oral o del objeto a parcial [3] de la boca-pico:

Las gallinas de Bantam y los gallos rojos, las ancestros salvajes de los pollos domésticos, también llaman para anunciar que han descubierto comida. La llamada, una grave serie de cloqueos de una nota, transmite algo más que la mera satisfacción por haber encontrado alimento. Los gallos raramente emiten esa vocalización, salvo al encontrar comida o al ver una hembra.[4]


[1] Trastorno que sufre la niña humana en sus primeros años de vida y que provocará en el futuro diferentes malestares ligados a la psicosis. Este trastorno es causado por la metáfora paterna- un significante amo- que dé sentido a las cadenas de significantes para la sujeto a lo largo de su vida.

[2]  Hart, S, (2012), El lenguaje de los animales, Alianza editorial, Madrid, pág. 84.

[3] Las pulsiones parciales son el espacio topológico corporal por el que se siente el goce en el cuerpo. Coincide con los orificios personales y con su sensibilidad en el borde los mismos. Los labios de la boca, los esfínteres anales o los ojos y la vista añadidos por Lacan. El objeto es la una invención de Lacan para resignificar dichas pulsiones parciales como el resto de goce que permanece en dichos orificios a través de la función del habla, de la vista o de la deposición de desechos corporales.

[4] Hart, S, (2012), El lenguaje de los animales, Alianza editorial, Madrid, pág. 85.

Otro ejemplo más claro de que todas las especies reciben un baño de lenguaje es la capacidad de aprendizaje de las grandes simias. Es decir, que las bebés simias aprenden de pequeñas gracias a un baño de lenguaje. Stephen Hart cierra esta discusión de forma muy rotunda:

Los simios pueden llegar a entender incluso la sintaxis de las palabras humanas a un nivel comparable positivamente con el de un niño de dos o tres años de edad –si son criados después de su nacimiento en un ambiente rico en lenguaje….Criado de esa manera, el cerebro del pequeño simio se desarrolla de una manera que le capacita para adquirir el lenguaje, primero a través de su comprensión y después a través de su expresión. Este modelo caracteriza el curso de la adquisición del lenguaje en los niños normales…No teníamos la intención de estudiar el aprendizaje del lenguaje por observación como hizo Kanzi. Pero así sucedió y lo hemos repetido con otros primates (bonobos y chimpancés)[1]

BIBLIOGRAFÍA:

  • Hart, S, (2012), El lenguaje de los animales, Alianza editorial, Madrid.
  • Kpsakovski, V, (2020), Gunda, Noruega, Louverture films y Sant and Usant.
  • Lacan, J, (1981), Seminario III. Las psicosis, Paidós, Buenos Aires.
  • Lacan, L, (2006), Seminario XVI. De otro al otro. Paídos, Buenos Aires.
  • Miller, J, (2015), Seminarios en Caracas y Bogotá, Paidós, Buenos Aires.
  • Monsó, S, (2021), La zarigüella de Schrödinger, como viven y entiende la muerte los animales, Madrid, Plaza y Valdés Ediciones.
  • Platón, (2010), El banquete, Editorial Gredos S.A., España, pág. 693. Lacan, J, (1991), Seminario VIII. La transferencia, Paidós, Buenos Aires.
  • Solano, E, (2021), Tres segundos con Lacan, RBA libros y publicaciones S.L.U., Barcelona.

[1] Ibídem.

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